ACADEMIA DE CIENCIAS MÉDICAS

Una sugerencia al oído: Para servir, servir

Dr. Luis Chiva de Agustín

Conferencia de Incorporación como Miembro Correspondiente Extranjero.
El Acto Académico de carácter virtual se llevó a cabo el jueves 22 de septiembre a las 18 hs.
Presentación: Acad. Hectór Ferreyra

 

Antecedentes Curriculares del Dr. Luis Chiva de Agustín

  • Director de Departamento de Ginecología y Obstetricia de Universidad de Navarra
  • Doctor en Medicina
  • Fellowship en Ginecología Oncológica en Chicago 1995
  • Miembro del Council de la ESGO ( Sociedad Europea de Ginecología Oncológica)
  • Chairman del Comité Educativo de la ESGO
  • Associated Editor de la Revista International Journal of Gynecologic Oncology
  • Editor Jefe de la plataforma educativa de ESGO, e-Academy
  • Miembro de Honor de la American College of Surgeons de 2021
  • Miembro de Honor de la AAGO, Asociación Argentina de Ginecología Oncológica
  • Chairman del Program Cmt del Congreso ESGO de Estambul 2023

 

Resumen: Una sugerencia al oído: Para servir, servir.
Pocos meses después de ser nombrado Director del Departamento de Ginecología, en Enero de 2017,  recibí en mi correo  el editorial de una revista que me llamó poderosamente la atención.

El Dr. Valentín Fuster, eminente cardiólogo español y editor en jefe del Journal of  American College of Cardiology desarrollaba en ese artículo algunas ideas profundas apoyadas en una frase de San Josemariapara servir,  servir.

El editorial se titulaba “Un deseo que nunca está satisfecho” y el autor mostraba la importancia de aceptar  que siempre se pueden  mejorar las cosas que uno hace1Recalcaba el Dr Fuster, una idea del  primer Canciller de la Universidad,  cuando nos proponía, jugando con las palabras, un lema para nuestro trabajo: para servir, servir . San Josemaría señalaba que era necesario esforzarse en lograr la competencia técnica necesaria para poder realizar una tarea de servicio. “No basta querer hacer el bien, decía,  sino hay que saber hacerlo”. Al mismo tiempo subrayaba que esa capacidad técnica tenía que estar acompañada de un espíritu de servicio, de un deseo de trabajar para contribuir al bien de los demás hombres.

Para servir, servir.

Capacidad técnica y deseo de darse a los demás. Me encantaría que estas ideas tan atractivas fueran de algún modo el legado que se llevan nuestros futuros especialistas  cuando terminan su formación  .

Junto con esta vocación de servicio acompañada de un trabajo bien hecho me gustaría añadir de mi cosecha algunos rasgos que pienso debe tener el quehacer del  médico que comienza ahora su carrera profesional al acabar la especialidad.

En primer lugar,  debería acompañar todo lo que hace con una  verdadera pasión que es el motor que nos mueve cada día. Me gustaría recordarles a todas y a todos,  que necesariamente tienen que disfrutar con lo que hacen. Y si pasa el tiempo y no es así, se deberían   preguntar qué está pasando en sus vidas.

Un componente importante de esta pasión por el trabajo tiene que ver con la capacidad que tenemos de soñar. Y además de soñar en grande. Es difícil encontrar la satisfacción en el trabajo profesional si no se sueña con acometer cosas que son más grandes que uno mismo.

En segundo lugar, me gustaría animar a nuestros médicos   a que conviertan  su trabajo en un placer sereno. Este concepto lo aprendí de nuestro legendario golfista Severiano Ballesteros quien lo recogió de un aristócrata inglés a quien servía de caddie en el campo de golf de Pedreña hace muchos años, en sus comienzos. Decía Severiano, “Cuando descubres que trabajas con un placer sereno,  sin prisas,  y que el resultado de lo que haces parece una continuidad misma pero qué has pensado, entonces habrás tenido éxito.3

En tercer lugar, deseo hacerles una invitación a estos residentes que acaban de pasar por la clínica. Que conviertan cada acto médico, cada cirugía o cada prueba que informen, en una pequeña obra de arte que impacte de verdad en la vida de la persona que está detrás. Descubrirán entonces,  que su trabajo de verdad importa, porque tiene una trascendencia objetiva que afecta a una persona singular que sufre.

Finalmente les quiero animar a que nunca se dejen sorprender. Y esa capacidad de admirarse por cualquier realidad clínica o circunstancia médica concreta se debe acompañar de una documentación que siempre tendrá interés en un futuro. Hace muchos años el doctor Edgardo Yordan, que fue mi mentor en ginecología oncológica en  Chicago, me alentó a que lo grabara todo, a que lo  documentara todo. Y ahora tengo una de las colecciones más completas de imágenes y de vídeos de cirugía probablemente de todo el mundo. De hecho, soy el editor asociado y vídeo editor de la Sociedad Europea.

Junto con esa capacidad de dejarnos sorprender hemos de fomentar tener un deseo profundo de investigar,  aunque sea una investigación clínica  sencilla no sofisticada. Cualquier médico en el rincón más oculto, puede diseñar un trabajo de investigación que tenga impacto. Me gusta recordar siempre a algunos gigantes de la investigación clínica que han modificado el modo de entender la medicina moderna. Un ejemplo en mi especialidad fue el Doctor  Ignaz Semmelweis quién mediante la observación clínica apreció que en el  pabellón manejado por estudiantes que atendían partos tras hacer autopsias, la mortalidad posparto se triplicaba en comparación con el pabellón atendido por Matronas4. De este modo descubrió que la causa de la gran mortalidad por la fiebre puerperal, eran los “miasmas” que portaban las manos de los estudiantes. Este hallazgo tuvo un impacto definitivo en la prevención  de sepsis tras el parto en Europa.

Otro ejemplo brillante fue el doctor Henry T. Lynch, epidemiólogo y genetista en Nebraska,  quién se sorprendió por la increíble alta tasa de aparición de tumores en dos grupos familiares concretos de su entorno5. Con su formación en genética clínica pudo comprobar que la transmisión de la predisposición al cáncer presentaba una herencia  autosómica dominante que seguía los principios mendelianos. Tanto el Dr. Semmelweis como el Dr. Lynch tuvieron que superar continuas dificultades para demostrar lo que para ellos era evidente. Gracias a su tenacidad   lo consiguieron, y hoy reciben el reconocimiento mundial agradecido  de toda la comunidad científica.

Quiero  terminar indicando a mis colegas   que el secreto del éxito consiste en la calidad de nuestro viaje. Es el trabajo diario bien hecho el que hace que consigamos una vida lograda.

Cada caminante sigue su camino.  Hoy os deseo lo mejor mientras comenzáis esta andanza llena de ilusión.  Albergo la esperanza de que os hayamos dejado una impronta que os  empuje a tener la decisión de seguir aprendiendo y a mantener la pasión por servir.

Para servir, servir.

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